Un Techo Para Un Psicólogo
  Factores Psicológicos en los Prisioneros de un Campo de Concetración
 

 

FACTORES PSICOLÓGICOS EN LOS PRISIONEROS DE UN CAMPO DE CONCENTRACIÓN
El sentido de la vida
Desde la experiencia del cuerpo totalmente desnudo hacia la apatía de las emociones. La apatía surgía en esta circunstancia como mecanismo de defensa. Toda la energía que pudiera haber en esas instancias se disponían para la única y exclusiva misión de conservación de la vida. Así el sueño lograba la satisfacción de muchas de las necesidades tales como la satisfacción del hambre, del baño con agua templada, de los cigarrillos, etc. Apareciendo en este sentido pesadillas.
La sexualidad por su parte estaba ausente de consideración por parte de los prisioneros, ya que como se mencionó anteriormente la necesidad por la supervivencia 
los había llevado a los estadios más primitivos de la existencia humana.
La política y la religión parecían ser aspectos de apuntalamiento en esa situación. La política motivaba a los prisioneros a discutir cuando finalizaría la guerra y recuperarían su libertad.
La religión por su parte hacía que los tal vez no tan fuertes resistieran con más entereza aquellos momentos.
El amor aparece como el factor más fuerte de ligar al sujeto con la vida; en efecto, la ilusión que supone un reencuentro con alguien o algo, cuando el infierno del aislamiento del campo de concentración finalizara haciendo perder en las más de las veces la noción del tiempo transcurrido.
Es así a modo de ilustración se transcribe uno de los pasajes de esta obra.
“Sus palabras evocaron en mí el recuerdo de mi esposa.
Cuando todo está perdido
   Mientras marchábamos a trompicones durante kilómetros, resbalando en el hielo y apoyándonos continuamente el uno en el otro, no dijimos palabra, pero ambos lo sabíamos: cada uno pensaba en su mujer. mente se aferraba a la imagen de mi mujer, a quien vislumbraba con extraña precisión. La oía contestarme, la veía sonriéndome con su mirada franca y cordial. Real o no, su mirada era más luminosa que el sol del amanecer. Un pensamiento me petrificó: por primera vez en mi vida comprendí la verdad vertida en las canciones de tantos poetas y proclamada en la sabiduría definitiva de tantos pensadores. La verdad de que el amor es la meta última y más alta a que puede aspirar el hombre. Fue entonces cuando aprehendí el significado del mayor de los secretos que la poesía, el pensamiento y el credo humanos intentan comunicar: la salvación del hombre está en el amor y a través del amor. Comprendí cómo el hombre, desposeído de todo en este mundo, todavia puede conocer la felicidad. el amor es la meta última y más alta a que puede aspirar el hombre. Fue entonces cuando aprehendí el significado del mayor de los seeretos que la poesía, el pensamiento y el credo humanos intentan comunicar: la salvación del hombre está en el amor y a través del amor. Comprendí cómo el hombre, desposeído de todo en este mundo, todavia puede conocer la felicidad” aunque sea sólo momentáneamente- si contempla al ser querido. Cuando el hombre se encuentra en una situación de total desolación, sin poder expresarse por medio de una acción positiva, cuando su único objetivo es limitarse a soportar los sufrimientos correctamente -con dignidad ese hombre puede, en fin, realizarse en la amorosa contemplación de la imagen del ser querido.
Por primera vez en mi vida podía comprender el significado de las palabras: “Los ángeles se pierden en la contemplación perpetua de la gloria infinita”.”
Mi mente se aferraba aún a la imagen de mi mujer. Un pensamiento me asaltó: ni siquiera sabía si ella vivía aún. Sólo sabía una cosa, algo que para entonces ya había aprendido bien: que el amor trasciende la persona física del ser amado y encuentra su significado más profundo en su propio espíritu, en su yo íntimo. Que esté o no presente, y aun siquiera que continúe viviendo deja de algún modo de ser importante. No sabía si mi mujer estaba viva, ni tenía medio de averiguarlo (durante todo el tiempo de reclusión no hubo contacto postal alguno con el exterior), pero para entonces ya había dejado de importarme, no necesitaba saberlo, nada podía alterar la fuerza de mi amor, de mis pensamientos o de la imagen de mi amada. Si entonces hubiera sabido que mi mujer estaba muerta, creo que hubiera seguido entregándome -insensible a tal hecho- a la contemplación de su imagen y que mi conversación mental con ella hubiera sido igualmente real y gratificante: “Ponme como sello sobre tu corazón... pues fuerte es el amor como la muerte”. (Cantar de los Cantares, 8,6).
El humor es otra de las expresiones que contribuían a la supervivencia: el poder de reír, poder disfrutar de alguna de las formas de arte, surgía como una necesidad que hacía al contraste del gris de los rostros de los prisioneros o de lo descolorido de sus andrajos. 
Por lo expuesto queda de manifiesto que el arte de vivir es la forma mayor de éste.
El evitar el sufrimiento y valorar cuando se ha podido eludir una situación que lo provoque por otra de menor cuantía hacía experimentar placer: el trabajar con el menos duro de los capataces, ocuparse aunque más no sea por un par de días de enfermos hacía sentir a cada individuo que su vida tenía sentido, aunque la muerte sobreviniera en un lapso muy corto, ya que la menos riesgosas de las enfermedades eran de muy mal pronóstico debido al deterioro de aquellos cuerpos que no eran más que cadáveres andantes.
Otra situación que deterioraba terriblemente la pérdida de individualidad, los prisioneros se comportaban como en masa careciendo de pensamientos propios y sentimientos que los diferenciaran de los demás.
Un ejemplo de lo antedicho, Dice el DR. Frankl: al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas la elección de la actitud per¬sonal ante un conjunto de circunstancias para decidir su propio camino. “ 
La libertad espiritual sería aquella
Que no puede ser arrebatada ante circunstancia alguna, significando el valor de la dignidad humana.
El valor dado al sufrimiento
El considerar la diferencia sutil que muestra el fin del sufrimiento que significaría el valor de aprender de él y el sufrimiento del fin atribuyéndosele una suerte de oportunidad dada a un individuo, quien es único e irrepetible en cuanto a lo biológico, psicológico, social y espiritual.
La fe como valor y esperanza.
Según el relato de la obra del DR. Víctor Frankl, la existencia de la esperanza que mantenía a los prisioneros con vida más allá de la expectativa real. Es de destacar que entre la Navidad de 1944 y marzo de 1945momento supuesto del fin de la guerra y la liberación de prisioneros, se produjo la mayor mortalidad. Resulta claro que la
 falta de alimento y sueño y su consecuente apatía e irritabilidad, no fueron tan poderosas como lo fue la pérdida de esperanza desde su ánimo.
Guardias y prisioneros.
El relato nos da cuenta que tanto entre prisioneros y guardias encontramos al decir del autor “decentes e indecentes”. Tanto unos como otros podían manifestar crueldad o piedad, es decir, almas buenas y almas malas.
Factores psicológicos después de la liberación
Las reacciones experimentadas por los prisioneros   fue de muy variado alcance:
El desarrollo de conductas crueles que se asemejaban a las padecidas por ellos en el campo, la indiferencia ante los fenómenos naturales, en cuanto se enfrentaban a praderas, flores, animales, que denotaban la pérdida de la capacidad de disfrutar.

La infelicidad de retornar a sus casas y no encontrar a su familia, la indiferencia ante el reencuentro con seres queridos, etc.

 
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